Me lanza contra el suelo, mientras doy un corto grito. Se pone encima de mí, y me da un puñetazo . A modo de defensa, le doy una patada en el estómago, lanzándola contra la pared, y me levanto a trompicones. Inmediatamente, Mara ya está de nuevo embistiéndome, aunque ahora logro detenerla más o menos. Me da un empujón, y acabo encima de las mesas. Oigo a lo lejos algunos gritos, y risas. Veo a Mónak mirando fijamente, al otro lado de la sala, mientras se levanta junto a Karlvich. Intento distinguir de dónde provienen las risas, aunque estoy segura que de la mesa de los profesionales. Mara levanta de nuevo el puño, dispuesta a pegarme de nuevo, cuando me recompongo, y le doy una patada realmente fuerte en el estómago, que la hace ir de bruces al suelo. Estoy dispuesta a seguir pegándola, cuando unas manos fuertes me detienen. Al revolverme furiosa, veo los ojos serios de Mónak. Me sujeta por ambas manos, así que estoy completamente inmovilizada.
- ¡Suéltame! ¡He dicho que me sueltes! He de enseñarle a una zorra cómo debe comportarse.
- Spizer. Déjalo. No te rebajes a su nivel - me susurra al oído.- . Déjalo ya.
Las pronuncia de tal manera, que parece cansado, como si ya hubiera hecho lo mismo en un pasado que ahora parece a millones de años luz... Me pregunto cuál será . Y si algún día lo podré descubrir.
- Tienes razón - le respondo, y me dejo llevar hasta la mesa en la que antes estaban sentados Karlvich y él.
Acabamos de comer en silencio, y nos dirigimos de nuevo al entrenamiento.
Me pregunto qué le habrán dicho a Mara para que se ponga así. Antes éramos amigas. Éramos inseparables. Íbamos siempre juntas, siempre.
Al llegar a la sala de Entrenamiento, Mónak me dice:
- Deberías mantenerte alejada de Mara. Por seguridad.
- Sí...- le respondo. No me apetece tener odio entre nosotras ahora mismo. En la Arena, ya veremos..
- Y,si pasa algo, llámanos, no montes un combate de boxeo aquí en medio.
- De acuerdo. Gracias.
Asiente, y se marchan hacia las pesas. Los sigo con la mirada, hasta asegurarme de que no me vean, y me marcho corriendo. Las lágrimas resbalan por mis mejillas sin previo aviso. Se me emborrona tanto la vista, que tengo que parar y sentarme en el suelo detrás de una especie de estantería. Lloro sin parar, no puedo controlarlo. No lo soporto más. Quiero irme a casa. Por favor. Quiero que esto sea sólo un sueño, del cual me despertaré en cualquier momento, bajaré las escaleras, y me sentaré a desayunar con mis padres. Me pondré mi traje favorito, y me iré en busca de Mara. Saldremos las dos juntas, como antes, como siempre. Y puede que conozcamos a un chico llamada Mónak, del cual me enamoraré perdidamente, y con el que compartiré el resto de mi vida. Sí...Enseguida aparecerá mi madre, caminando por la esquina, diciéndome lo que tengo que hacer, como siempre, y yo correrá a abrazarla, y le diré que he tenido un mal sueño, una pesadilla, en la que me mandaban a los Juegos. Ella me dirá que eso es una tontería, y que deje de abrazarla, porque le estropeo el maquillaje. Yo me reiré, y aparecerá mi padre, preguntado qué pasa. Esa misma tarde, pasearé con Mara, iremos de compras, y luego ella se quedará a dormir en mi casa...
Cierro y abro varias veces para aclarar la vista, y asegurarme de que esta es la realidad, no es un sueño. Me levanto con dificultad, y me enderezo. Si este es mi futuro, y mi presente, lo miraré a la cara, a los ojos. Y viviré hasta el último minuto.